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jueves, 8 de noviembre de 2012

Dulce




                                                 

Siempre había dicho que no le gustaba la dulzura. Pero cuando todos nos volvimos  pobres y pedíamos  pan y abrazos, se fue por un tiempo.  Los que estábamos a su alrededor  pensábamos vaya, se va cuando más falta hace… No tardó en volver con muchos sacos llenos a rebosar  de cosas visibles e invisibles.
Había ido a recolectar azúcar.
(Cristina Carrasco)
Pintura de Margarita Sikorskaia


viernes, 19 de octubre de 2012

Todo lo contrario



" Para que te inspire" dijiste mientras colocabas una foto tuya tan antigua como el mundo encima de mi escritorio. Y aquella casi niña de hace treinta años comenzó a observarme día a día.
Y yo a ella.
Traía el sol de un verano de piteras y estaba salpicada de gotitas de agua.  Me miraba a través de unos ojos pequeños. Me preguntaba. Pero yo no respondía.
Pasaron los días y aprendí a contar en la casi niña cada una de las gotitas de agua. La que más me gustaba era la que se había instalado en el extremo sur de uno de sus rizos y esa cámara indiscreta le impidió caer al suelo para siempre.
La casi niña me sonreía "de medio lao" con la suficiencia de los dieciocho años. Yo no le devolvía la sonrisa y tampoco escribía nada. Sólo contaba las gotitas de agua que nunca se secaron en una piel tan lejana y tan al lado.
Y entonces, una mañana, tú te reencontraste con la fotografía y me preguntaste si me había inspirado algo...
- Obscenidades...
Te respondí con sonrisa "de medio lao" y suficiencia de dieciocho años.

(Cristina carrasco)
No sé a quien pertenece la imagen.

miércoles, 20 de junio de 2012

Correo electrónico



Para: Ti
De: Mí
Asunto: Te esperamos

Hola:
Ayer fui a uno de esos mercaditos donde la gente vende lo que ya no quiere o lo que le recuerda demasiadas cosas.  Entre libros amarillentos, muebles viejos y herramientas oxidadas,  apareciste tú. Mejor dicho, llegó hasta mí un vestido que hablaba tu lengua de colores.
Y lo compré. Ahora somos dos esperándote en la misma habitación. Yo, aspirando tu aroma en el lado de la cama que a veces habitas, y él, oscilando en la mesilla de noche, despidiendo arcoiris.
 No le hagas esperar mucho.  Es un poco frágil y a veces pierde algún pétalo.

Un abrazo

Quien tú sabes.



( No sé a quien pertenece la imagen, extraída de internet)

domingo, 3 de junio de 2012

Cuestión de tiempo



´" Es cuestión de tiempo" , le dijo el médico mientras escrutaba sus galerías con luz de minero. Y ella no entendió  lo que quería decir.
Lo había sentido nada más llegar a Allí y el ritmo de los días sólo aumentó la sensación. Ahora que estaba Aquí no sabía qué hacer.
Primero pensó que se le había partido el corazón y ya siempre andaría sólo con la mitad, como esas mujeres que caminan desesperadas buscando la otra parte y nunca la encuentran. Lo peor de todo era que ella sí sabía dónde estaba su mitad. En Allí. Y ella pertenecía a Aquí.
" Me has domesticado, decía a Allí, me has domesticado y ya sabemos que cuando a una la domestican corre el riesgo de llorar un poco". Y se resignó a no volver a ser nunca un ser completo.
Pero fue cuestión de tiempo. Porque un día sintió un latido donde no tenía el corazón y al buscarse en la otra parte de su pecho sintió el pálpito de Allí.
A veces el corazón no se parte.
 Se hace doble.
 Se multiplica.
Es cuestión de tiempo.

( Cuadro de la pintora china Yousha Liu)

lunes, 16 de enero de 2012

En la montaña


La gente estaba ya entrando en ese momento de la fiesta en que los efectos del alcohol propician que todos comiencen a adorarse, abrazarse y decirse lo mucho que se quieren y lo grandes amigos que son. Pero ni yo ni Carmen habíamos bebido, así que mirábamos atónitas cómo el mundo de nuestros amigos y amigas se adoraba en dimensiones jamás vistas.
Comencé a hartarme de ese clima meloso empapado en alcohol y decidí salir a tomar el aire fuera de la casa. Carmen me siguió, no sé exactamente si para cerciorarse de que yo salía con todas las chaquetas y bufandas reglamentarias para sumergirse en la intemperie una nochevieja perdida en una casa en medio de la montaña, o simplemente, me siguió porque ella también estaba harta de tantas fiestas y la tácita obligación de divertirse en nochevieja.
Nos sentamos en el porche de la casa y miramos las estrellas.
En el horizonte apareció una luz roja que parecía envuelta en fuego, y de ella salieron dos luces rojas más que se elevaron en vertical y comenzaron a aproximarse, con mucha velocidad, hacia donde estábamos nosotras.
No podía dejar de mirar las tres luces de fuego y me pregunté qué haríamos cuando esos artefactos estuvieran a nuestra altura. Carmen también los miraba, callada.
Conforme se iban acercando , mi pregunta de qué hacer se iba haciendo más acuciante, pero tal y como habían surgido, el cielo las absorbió.
Pasaron unos segundos de silencio que Carmen rompió para susurrar: “ Las ha tapado una nube”… Pero El Carro, Orión y todas las constelaciones se mostraban demasiado evidentes como para aferrarse a la fantasía de una nube. Seguimos mirando el cielo por unos segundos. Yo, preguntándome y en el fondo temiendo, volver a ver las luces de fuego, Carmen, estoy segura, intentando buscar una explicación en su mente científica.
No las volvimos a ver. Y cuando nos cansamos de mirar hacia el cielo, nuestras pupilas se cruzaron sin mediar palabra y al mismo tiempo acordando no contar nada.
Sería nuestro secreto.
A la mañana siguiente, Carmen me preguntó en voz baja y sonriendo: “ ¿ Te hubieras ido con ellos?” Y por mi mente pasaron las crisis que son estafas y saqueos, el amor de mi vida… Todavía no le he contestado.

(Cristina Carrasco)

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Fuera de juego

Es el minuto ciento quince del partido y falta demasiado poco para el cara o cruz de los penaltys. Todo el mundo se muerde las uñas pero cuando la pelota llega a los pies de un tal Iniesta, una nación levanta los brazos y toca el cielo.
Muy lejos de allí, un niño se duerme con el proyecto de un balón entre las manos y alguien lo empuja. El niño entreabre los ojos, mira sus manitas de siete años y sigue cosiendo.
Nunca sabrá que él tejió el balón que ha atravesado aquella portería. Y los que sí lo saben, miran para otro lado.
(Cristina Carrasco)

jueves, 17 de noviembre de 2011

EL GATO NEGRO



( Imagen extraída del blog mideshuesadero.blogspot.com)




-Muerto, pero mío.
Eso le contesté al papa cuando me dijo que tirara el gato negro que había encontrado jugando en el descampado, porque casi estaba muerto. Entonces él me dio un guantazo que nos tiró al suelo al gatito y a mí. Me levanté y salí de la chabola a esperar a Damián, que había ido a recoger chatarra con su papa.
Durante días alimentamos al animal con  una jeringuilla y le dimos muchos abrazos hasta que una mañana echó a andar y se fue del poblado.
Fue nuestro primer triunfo. Algún día nosotros también saldríamos de allí.

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Desde hace algunas semanas participo en el concurso que convoca la Cadena Ser de microrrelatos. Este es el primero que mandé. Como véis no ha habido suerte, pero lo cuelgo aquí por si alguien desea disfrutar de él.















                                               ( Imagen extraída del blog mideshuesadero.blogspot.com)

miércoles, 9 de noviembre de 2011

DANZA CLANDESTINA


                                                             ( Imagen extraída del blog ssl4you.blogsot.com)


Para Dani-Chan, por su amor a la cultura japonesa


" Aunque eran las geishas más demandadas, no eran rivales sino todo lo contrario. Vivieron a mediados del siglo diecinueve y se llamaban Hikari y Murasaki . Cuando estaban en público, Hikari siempre rozaba con extrema delicadeza la muñeca de Murasaki, y Murasaki inclinaba su cabeza con lentitud de tortuga centenaria hacia Hikari, pero nunca la miraba. Cuando estaban a solas, se deshacían mutuamente los nudos de los obis (1) vibrando al sentir el movimiento de los dedos en sus cuerpos. Después se ayudaban a desprenderse de la ropa en una ceremonia de miradas, caricias y manos que languidecían mientras los kimonos se desmayaban. Vivieron muchos años bailando esta danza clandestina hasta que una epidemia de cólera se llevó a Hikari. Entonces Murasaki entró en un monasterio y murió siendo anciana…
Esta historia me la contó una vidente de Kioto la primera vez que viajé a Japón, así que no hables de flechazo cuando hace un mes entraste en mi dojo (2) de aikido. Sólo era el momento de volver a encontrarnos.”



 (1) Obi: Faja ancha de tela fuerte que se lleva sobre el kimono.

 (2) Dojo: Lugar de práctica tanto de la meditación como de las artes marciales tradicionales de Japón.

miércoles, 26 de octubre de 2011

MARIPOSA


( Imagen: cuadro de la pintora china Jian Lu

Yo fui la mariposa que se fundió con el Sol. Siempre quise hacerlo aún sabiendo que nadie entendería mi forma de actuar. Desde que nací y vi cómo mis alas se teñían de colores, quise alcanzar la estrella de la luz, así que me preparé para tener fuerzas y llegar hasta ella.
Nadie sabía mi intención. Yo sólo volaba y volaba intentando llegar cada vez más alto. Hasta que un día me sentí preparada. Hice unos breves aleteos para calentar mis alas y comencé a subir. No tardé demasiado tiempo en sentir el calor. Seguí subiendo. Cada vez más calor. Seguí subiendo. Más calor. No me importaba. Y por fín me situé frente a él. Me miró de la forma altiva  con que miran todos los soles del mundo  y me preguntó si no tenía miedo.  Yo negué con la cabeza.
Entonces sentí su llamarada y cómo yo, fundida con sus rayos, creaba la más bella lluvia de alas de mariposa que jamás se haya visto en el Universo. Todos los colores de la vida resplandecieron ante el Sol, bajaron a la Tierra y allí formaron una alfombra con las cenizas de mis alas.
Cuando llegué, carbonizada y rota a la otra parte de la vida, todos decían que me había equivocado, pero yo les dije no, cuando vuelva a nacer ya no podré volar, pero aún así,  me postraré ante el Sol otra vez  y le ofreceré mis pies pequeños.

jueves, 22 de septiembre de 2011

PRIMER RELATO PARA UN CURSO

La semana pasada comencé un curso de microrrelatos y éste es el primer fruto de ese curso. Espero que os guste.


LAS PERDÍ

No sé dónde fue. Quizá entre los pasillos del hospital, porque ese lugar es tan frío que cuando voy allí sólo pienso en irme. Sé que no hago bien y que los seres como yo tenemos que frecuentar esos lugares, pero ¿ por qué tienen que ser tan blancos y tan de sabor de nada? Bueno, no es verdad, saben a falsa serenidad y huelen a miedo. Por eso, para hacer las prácticas pedí la sala de maternidad, porque es la única que sabe a esperanza y huele a alegría.
Cuando en el aparcamiento me di cuenta que no las llevaba volví a la habitación donde está el último recién nacido que visité, pero no las vi. ¡Y los pasillos de los hospitales son tan largos! …
Sin apenas ánimo, decidí compartir mi preocupación con el GPS de mi vida: mi madre, que, cuando le conté que las había perdido y que había tenido que volver a pie a casa me preguntó lo que suelen preguntar todas las madres cuando les dices que no encuentras algo: ¿ Dónde las dejaste?”, y yo la miré con cara de si lo supiera no las habría perdido. Después pasó a la fase detective : “¿por qué las llevabas en las manos?” “ No lo sé, no lo recuerdo”. Y la última etapa, la del rapapolvo: “¡Mira que no estar nunca donde estás!”. Al final, la madre-juez emitió su sentencia: “ Pues nada, hasta que aparezcan a pie tendrás que ir, así harás ejercicio”.
Dediqué toda la tarde de ayer a dar vueltas por la ciudad intentando recordar lugares donde hubiera podido dejarlas, quizá en el banco de las enfermeras, en el paritorio… Andaba sin rumbo, mirando a veces hacia el pavimento y otras hacia el cielo pidiendo una respuesta, una señal divina a mi problema, pero ya lo dijo Miguel Hernández: “ Dios siempre está callado”. Otras veces miraba a la gente sintiéndome más invisible que nunca.
Esta mañana, cuando he vuelto al hospital, me esperaba mi supervisor de prácticas con su sonrisa de paciencia infinita y con ellas en la mano: “ Toma, desastre, menos mal que recojo todo lo que te vas olvidando , por cierto, las tienes que abrillantar un poco.”
Yo he sonreído y me las he puesto. ¡ Ya tengo mis alas!¡ Ya vuelvo a ser un ángel!.

domingo, 29 de mayo de 2011

CARACOLES.... UNA HISTORIA REAL

Y me sucede a mí. Por alguna razón a mi barrio lo llaman "de los caracoles" , porque cuando llueve las aceras rebosan de estos nómadas animalitos. Al lado de mi casa hay un descampado donde todas las primaveras, sobreviviendo a la basura y el desperdicio, nacen amapolas, margaritas y por lo visto también es un paraíso para los caracoles, que cuando llueve no sólo sacan sus cuernos al sol, sino que salen a pasear pensando que todo el monte es orégano, o que el mundo es un descampado alfombrado de hierba, que al fin y al cabo viene a ser lo mismo, al menos para ell@s.
Así que cuando salgo de casa no puedo evitar encontrarme una manada de caracoles que han perdido el GPS y caminan sin rumbo por el borde de la acera e incluso algunos, los más osados o despistados, vete tú a saber, hasta se arrastran por el centro de la calle con el consiguiente peligro que ello conlleva para sus vidas. ¿ Y qué hago yo?  Pues intentar recogerlos uno a uno y devolverlos a su paradisíaco descampado porque no puedo soportar la idea de verlos aplastados y estrujados en plena calle. No señor.
Pero ésto comienza a ser un problema porque ¡son tantos! que cada día, cuando salgo de casa empleo al menos un cuarto de hora si no más en devolver los caracoles a su lugar seguro, de tal manera que yo, casi siempre puntual como un reloj suizo, he comenzado a llegar tarde a los sitios. Y algo peor, mientras los recojo y les voy riñendo uno a uno ¡ mira que eres tonto! ¿ pero tú qué te piensas que hay fuera del descampado? ... tengo que estar pensando en la escusa que pondré para justificar mi retraso, porque claro, una ya tiene cierta fama de excéntrica, pero ir diciendo que estabas ejerciendo de salvavidas caracolil ... todavía no estoy preparada para ver la cara que puede poner la gente.
El otro día fue peor porque salí de casa dispuesta a mi caminata diaria con mi atuendo de caminata diaria, esto es, con una minifalda bastante minifalda de color naranja ¡ y los caracoles invadiendo la acera y la calzada! así que me puse a recogerlos uno a uno cuando a mis espaldas oigo a mi vecina llamar a su hijo y a los pocos segundos decir: " Cristina, que le estás enseñando las braguitas al niño"...

viernes, 1 de abril de 2011

MANOS AZULES


Había estado en aquel lugar muchas veces. Había estado tantas veces que conocía, o creía conocer todos sus rincones, sus árboles, sus jardines y ese aroma que es mezcla de sal y luz y enigma. Conocía sus sonidos, los estruendos de ese turismo patoso que la nutre y a la vez la infecta, la voz de sus hombres de rayas.
Pero esta vez había algo diferente: mis manos estaban azules y mis huesos quebrados porque el agua se se me calaba.  Pero aún así era el mismo lugar de laberintos y mar envolvente.
Anocheció. Algo también nuevo para mí en aquel lugar, y las nubes se volvieron rosas mientras los barcos seguían abriendo sus aguas en canal.
Y aún con la novedad de las manos azules, con la aventura de la noche, estaba allí otra vez. En la Ciudad de Agua.

Autora: Cristina Carrasco

lunes, 22 de marzo de 2010

EL HOMBRE CON LA LLUVIA DENTRO


Fotogragfía: Chema Madoz.

Esta historia la he encontrado en los ejercicios de italiano y es preciosa. Espero que os guste tanto como a mí.

"EL HOMBRE CON LA LLUVIA DENTRO"

Todo comenzó una tarde de marzo. Él volvió a casa, puso la bolsa en el suelo y dijo: " Llueve". Ella lo miró de forma extraña: no había visto nada. Él le precisó : " Me llueve dentro". Ella acercó el oído a su pecho y oyó el rumor de una lluvia ligera dentro de él.
" ¿ Cómo ha sucedido?" , le preguntó ella. " He visto un perro, un perro abandonado en una esquina de la calle, he tenido ganas de llorar pero las lágrimas no han salido, y en vez de eso, ha comenzado esta lluvia por dentro, que ahora es más lenta".
Como era una persona muy sensible, dentro de él llovía continuamente. Fue al doctor y el médico le dijo: " Se está llenando de lluvia. No tiene cura, hay demasiadas cosas en la vida que causan esta lluvia, es imposible pararla".
Cuando el nivel se desbordó, se metió en la cama y ella estuvo cerca de él, buscando la manera de aislarlo del mundo, pero entonces sufrió por sí mismo. Y la lluvia lo inundó.
Ella lo vió ahogarse y después le cerró los ojos y puso la cabeza en su pecho, que por fin era ya un mar en calma.
Ahora, cuando ella siente que se acerca una tormenta va a la ventana y ve el sol. Sólo entonces entiende que no hay lágrimas, fuera.

( Liberamente adattato da G. Romagnoli " Navi in botiglia", Republica online, 27 novembre 2000)